Jueves, 01 Febrero 2018
Le llaman “cárcel de paso” pero en realidad es lo más parecido a un chiquero, solo que en lugar de cerdos allí se hacinan los que han cometido delitos en la provincia de Santo Domingo y que esperan por sus medidas de coerción, las que a menudo duran mucho para ser dictadas.
Es la cárcel de San Luis, del municipio Santo Domingo Este, donde antes existía una capilla. Se habilitó como cárcel de paso para encerrar temporalmente a los imputados, en lo que los jueces deciden a qué prisión más grande o formal los enviarán fi nalmente a cumplir sus penas.
Pero resulta que el recinto está sobrecargado de “presos de paso” en dos celdas, sin camas ni colchones, sin cámaras de vigilancia, con apenas dos pequeños baños.
A muchos de esos imputados se les mantiene por tiempo más allá de lo razonable, a causa de la tardanza con que los tribunales procesan sus sentencias y se dan casos, denunciados por la prensa, de reclusos que duran meses esperando las notifi caciones de las medidas de coerción.
Y si por ejemplo un tribunal ordena que uno de los recluidos en el chiquero sea trasladado a otra cárcel, habría que esperar que en ese otro recinto haya espacio. Por lo que forzosamente tienen que quedarse más tiempo allí, en medio de condiciones de insalubridad verdaderamente inhumanas.
Es atendible, pues, la solicitud que ha formulado la Defensora del Pueblo, Zoila Martínez, para que las autoridades judiciales cierren de inmediato esa cárcel de paso y procedan a recluir a los imputados en otros recintos que, a la vez, ameritan de remodelaciones y ampliaciones para poder soportar la carga de la sobrepoblación de presos.